La actividad física se considera un fiel reflejo del estado de salud y de la calidad de vida de una sociedad, por lo que cuesta comprender cómo un joven aparentemente sano puede morir mientras muestra una gran vitalidad en su práctica deportiva habitual.
Los casos de muerte súbita ocupan los titulares de la prensa deportiva especialmente cuando ocurren en deportistas bien entrenados y con un excelente rendimiento deportivo que, desgraciadamente, desconocían que eran portadores de enfermedades cardiovasculares potencialmente letales, a pesar de haber sido
sometidos a distintos controles médicos durante su vida deportiva. “La muerte súbita es el paradigma de la salud en el deportista, sobre todo en el joven, y estamos viendo que se están dando muchos casos. Tendríamos que apuntar a dos cosas: prevención primaria y prevención secundaria. La primaria, es hacer la
revisación previa, el examen médico pre participativo. Debemos tener en cuenta que no es lo mismo el deportista competitivo que el deportista recreacional. Los
dos tienen riesgos. Diría que el recreacional tiene más riesgos. Porque va, juega los sábados, y no entrena durante toda la semana. En cambio el deportista
competitivo, tiene como logro batallar, llegar a un objetivo, obtener medallas. De todas maneras, la competencia en sí, es un riesgo. Todo aquel que va a hacer una competencia tendría que ir a un médico cardiólogo, a un deportólogo”, explica Julio Rico, médico deportólogo de la Unidad de Actividad física y salud de Sanatorio Santa Fe.
¿Qué intentan los profesionales?
• Detectar patologías que tengan que ver con la muerte súbita o problemas cardiovasculares.
• Examen completo. Medición de presión y peso. Se “interroga” al paciente sobre sus hábitos, consumo de suplementos, como anabólicos o esteroides. Si se
hidrata. Si fuma, o ingiere drogas, si tiene asma u otra patología que predisponga a la muerte súbita.
• Exámenes complementarios. Desde el electrocardiograma de reposo; la prueba de esfuerzo.
• Estudios del corazón, de las paredes, para determinar o no el crecimiento anormal del corazón. La miocardía hipertrófica es una patología muy común entre
deportistas menores de 35 años. Tomando estas medidas, no podemos evitar que sigan sucediendo los casos de muerte súbita, pero si se pueden minimizar los riesgos.
¿Cómo se actúa ante estos casos?
“Prevención secundaria. Toda persona tiene que tener conocimientos de reanimación cardiopulmonar básica, que ahora es mucho más simple. Consta de dos pasos primordiales y básicos para salvarle la vida a una persona: en primera instancia, llamar al sistema de emergencia médica. En nuestro caso, el 107 a el 911. Como segundo paso, se deben hacer compresiones toráxicas, con una buena técnica, a una buena frecuencia, 100 por minuto, con una cierta profundidad.
Para lograr que la sangre, siga llevando oxígeno al cerebro y no muera ninguna neurona.
Nosotros recomendamos que el equipo técnico, los utileros, debería tener una formación en reanimación cardiopulmonar y primeros auxilios. Por cada minuto que nosotros perdemos, la probabilidad sobre vida disminuye 10%. Esto quiere decir que a los diez minutos, las chances son casi cero. En todas las canchas debería haber un profesional médico con todo el equipamiento y, si pudiera haber un desfi brilador, sería muy conveniente”, concluye Julio Rico, médico deportólogo de la Unidad de Actividad física y salud de Sanatorio Santa Fe.
Dr. Roberto Stratta,
Médico Cardiólogo Unidad de Actividad
física y salud de Sanatorio Santa Fe.
Dr. Julio Rico,
Deportólogo de la Unidad de Actividad
física y salud de Sanatorio Santa Fe.